miércoles 08 abril 2015 |
Candidatos
Ser claro, oportuno y manejar una óptima comunicación, son unas de las características con las cuales un jefe puede se protagonista en el éxito de una empresa.
Los jefes son nuestro punto de referencia en cada uno de nuestros trabajos, independiente de que sean buenos o malos, la cabeza de todo equipo de trabajo es responsable de que se cumplan o no los objetivos. Pero las funciones o habilidades de un jefe no deben quedar reducidas en un estrecho margen, si bien los objetivos son al final nuestro único deber, la formación profesional de las personas está complementada por varias características que, en muchas ocasiones, no solo tienen que ver con las obligaciones laborales adquiridas. La experta en Recursos Humanos, Ángela Pineda, Directora Regional Centro de Adecco Colombia, comentó y destacó una serie de cualidades que hacen de un líder un buen jefe. Empecemos por lo básico; esos objetivos a cumplir, lo correcto es que el jefe o cabeza del grupo sea muy claro y oportuno a la hora de dar las instrucciones. Se pierden horas valiosas y grandes cantidades de dinero sólo en este aspecto. Las personas en muchas ocasiones no logran cumplir con sus funciones porque sencillamente no tienen la certeza de lo que deben o cómo lo tienen que hacer. De ahí que la comunicación sea muy importante en términos de funciones y en la conversación cotidiana, cuando hay espacio para ello, es vital en un equipo de trabajo. Un buen jefe se preocupa genuinamente por los miembros de su equipo, tanto en lo laboral como en lo personal. Este tipo de acciones no solo lo acercarán a la parte humana de sus empleados, también ayudará a que se cree un vínculo de confianza de un lado y del otro. “El diálogo permanente ayuda a aumentar la confianza del equipo de trabajo y permite, entre otras cosas, la oportunidad de escuchar a las personas y de saber lo que pasa al interior del grupo de manera directa”, asegura Ángela Pineda. No hay algo que genere más inconvenientes en un grupo de trabajo que los favoritismos, la envidia y los sentimientos de inseguridad, porque finalmente son parte de la condición humana y no se pueden erradicar tan fácilmente. Lo ideal es evitar que salgan a flote este tipo de sentimientos. Si bien no todas las personas hacen de la misma forma su trabajo, es claro que un buen líder es capaz de identificar las fortalezas de los miembros de su equipo y en consecuencia tiene clara esa información a la hora de delegar responsabilidades. Saber direccionar a las personas también es una característica fundamental de un buen jefe, las responsabilidades que adquieren los empleados deben estar sustentadas en la confianza que esa persona deposita en cada uno de sus trabajadores. La orientación permanente de un jefe es vital a la hora de cumplir correctamente con los deberes. Otro aspecto a tener en cuenta es la coherencia entre lo que piensas, dices y haces. El ejemplo clásico es el horario de llegada: es claro que los directivos manejan agendas distintas, pero si se exige cumplimiento en los horarios laborales no es muy coherente que el jefe llegue tarde, olvide o no cumpla con las citas de trabajo establecidas por fuera o dentro de la organización. La coherencia con lo que dices y lo que haces servirá para convertirse en un referente de buenas prácticas, lo que repercutirá en credibilidad y criterio a la hora de hacer exigencias a los miembros de tu equipo. Este último aspecto nos remite a las buenas prácticas. Como con los hijos, la mejor educación que se puede ofrecer es el buen ejemplo. En un grupo de trabajo, cualidades como la perseverancia, la disciplina y el interés son los puntos de referencia de los que se sostiene un empleado para cumplir su trabajo y formarse como profesional. El trato personal también es determinante, a nadie le gusta que lo insulten o lo humillen en su lugar de trabajo cuando se presenta un problema, no hay que olvidar que las oficinas son fuente de socialización y constituyen parte fundamental en la vida diaria de cada individuo. Por eso las críticas o correcciones es mejor hacerlas en privado, siempre enmarcadas en el respeto hacia el otro. Los buenos jefes saben que los integrantes de su equipo son seres humanos que piensan y que en muchas ocasiones pueden aportar ideas determinantes en el éxito de las empresas o los objetivos trazados. De ahí la relevancia de incentivar la toma de decisiones y la resolución de los problemas, nadie es un superhombre para resolverlo todo solo y una buena idea para motivar a una persona es otorgarle responsabilidades de mayor envergadura. Este tipo de acciones promoverán el crecimiento de sus colaboradores, además que se lo agradecerán durante toda la vida. Por último, los líderes que sobresalen comparten los éxitos con su equipo de trabajo, esta es la mejor recompensa que cualquiera pude recibir en un mundo tan competitivo como el actual, los logros y éxitos son la carta de presentación en el contexto laboral actual, tanto en Colombia como en otras latitudes. Un jefe que comparte sus éxitos es consciente del recurso más valioso de una compañía: las personas.