A lo largo de la vida, el desarrollo en la capacidad de perseverar incluso en las situaciones más adversas, es una cualidad invaluable que te puede cambiar la percepción de lo que implica asumir retos profesionales y personales. El deporte esta colmado de ejemplos de constancia y sacrificio que resultan prácticos y eficientes a la hora de motivar a un equipo de trabajo. A continuación, analizaremos aspectos que tienen en común estos dos mundos y qué lecciones podemos aprender de cada uno de ellos. Mide los objetivos Así como el atleta conoce de antemano el recorrido a realizar para completar un maratón y la manera en la que debe entrenar para estar condiciones competitivas; en el mundo laboral debes saber identificar cuando se considera que un objetivo es viable a corto, mediano y largo plazo, solo de esta forma podrás poner en práctica un plan coherente con tus metas. Una cuestión de pasión Para los deportistas de alto rendimiento, entrenar por largas jornadas, madrugar, mantener hábitos saludables o la falta de tiempo para compartir con sus familias, son sacrificios tolerables solo porque la pasión que sienten por lo que hacen los empuja a persistir. El primer paso para ser constante en tu trabajo, es sin duda la motivación que te genera el mismo. Ésta debe renovarse con frecuencia, y aunque no es una labor sencilla, especialmente cuando llevas tiempo considerable en un mismo cargo, es necesario encontrar razones y establecer objetivos que te permitan afrontar cada día como una posibilidad de crecer y dar lo mejor. Resultados El camino de la frustración siempre será el primero en aparecer ante una dificultad. Los deportistas se enfrentan constantemente a circunstancias tan adversas como las lesiones, las cuales pueden ser un argumento para que los atletas contemplen el retiro, sin embargo en la mayoría de los casos solo esto se convierte en un elemento que los fortalece y los proyecta para alcanzar las metas que se proponen.