miércoles 23 septiembre 2015 |
Candidatos
No son situaciones exclusivas de telenovela. Las redes sociales, los foros en internet y las consultas a expertos evidencian que enamorarse de un subalterno es muy común y tan normal como cualquier enamoramiento fuera del trabajo.
Y no es para menos, las emociones y sentimientos no siempre tienen en cuenta las características jerárquicas de las personas; y aunque diferentes estudios concuerdan en que las condiciones económicas, o factores de carácter social son muy influyentes cuando se trata de elegir una pareja, enamorarse va mucho más allá de una elección.
Claro está, no se trata de amores imposibles. Sin embargo cuando un jefe se enamora de su empleado existen factores que deben tenerse en cuenta para evitar situaciones incómodas.
Más allá del qué dirán por la relación jefe-empleado, es importante establecer límites entre lo personal y lo laboral. Muchas veces no saber controlar las emociones y permitir que incidan en las decisiones laborales es el primer inconveniente que se presenta.
Si se decide sostener una relación y eso no afecta a nadie, ¿cuál sería la razón para ocultarlo? Sin embargo es importante que el enamoramiento no signifique reducir la capacidad de trabajo, de ninguno de los dos.
Ahora, si la situación no es correspondida, lo menos recomendable es aprovechar la situación de jefe para forzar oportunidades. Eso no solo, en cambio de acercar, puede generar mayor desinterés, sino que es una situación injusta y que va en contra de las reglas de las organizaciones y judiciales. Si lo que se siente es sincero, no debe presentarse una situación de este estilo.
Evaluar cuáles son las implicaciones del enamoramiento en el ámbito laboral también es importante. Para las dos personas pueden generarse situaciones incómodas en el ambiente laboral, así que buscar salidas acertadas puede propiciar que todo sea transparente y tranquilo.
Por ejemplo, si existe conflicto de intereses porque la situación puede favorecer a alguna de las partes, solicitar cambio de área de trabajo o cambio de funciones es una solución.
Y si de las relaciones laborales se trata, evitar propiciar situaciones de conflicto es la mejor forma de evitar rumores o incomodidades. Mantener la frente en alto es la mejor opción, finalmente nadie puede juzgar a quien no tiene miedo de demostrar sus sentimientos.